Ese deseo fue el pasado domingo 21 de junio concedido para los pekes de 0 a 14 años, que pudieron disfrutar del SonarKids, una propuesta que gustó a partes iguales (no sabemos si más a los padres) a grandes y pequeños.
Parecía que este año, con la crisis, le tocaría sufrir al Sónar, igual que lo han hecho otros festivales. Pero sus organizadores supieron ver más allá. Concretamente ver la época del baby boom en la que estamos inmersos y ver que muchos padres que antes eran forofos del Sónar se quedaban en casa con sus niños y ya no iban al Festival. Este hecho junto a buscar una actividad adaptada a la infancia del siglo XXI y a mucho marketing ha hecho que el SonarKids sea todo un éxito.
La organización ha informado que 5.320 visitantes se dieron cita en los espacios de Sonar de Día (CCCB, plaça Joan Corominas y Plaça dels Àngels) para asistir, desde las 10h30 a las 20 horas, a la primera edición de este festival de música y experiencias creativas para niños. Rockillos estuvo allí y viendo la cara de los asistentes no sé quien se lo pasó mejor: si los padres (muchos de ellos añoraban ir de festival) o los más pequeños, que bailaban al son de ritmos hip-hoperos con las marionetas de Puppetmastaz, de Griffi + M’Baka con la Mala Rodríguez o del francés DJ Laurent Garnier.
No sólo música
Pero además de la música, que es el hilo conductor del Sónar, los más pequeños han podido disfrutar de unos cuantos talleres, que han tenido una gran afluencia de público, como el de armaduras midi Comte d’Urgell, la máquina de dibujos de Lolo & Agentemorillas, el taller de muñecos de fieltro, el taller de Fingerskate, el de Skate, con un circuito de rampas y otros objetivos, o el de construcción, con 30.000 piezas Lego.
En este punto, decir que nos hemos quedado con más ganas de Jordi Labanda, ya que, en su taller, sólo fueron 30 los afortunados en llevarse a casa su retrato pintado con el autor. Una nota para próximas ediciones.
Para los más babies, de 0 a 3 años, la organización habilitó una ludoteca, una casa sin paredes con las diferentes estancias y con mesas, sofás y un toldo, para descansar, una zona que, en algunos momentos, se quedó pequeña ante tanta afluencia de público.
Más para el año que viene
La organización del festival tiene la firme decisión de continuar en el futuro con el proyecto SonarKids, algo que no es de extrañar con el éxito que ha tenido esta primera prueba piloto. Desde Rockillos y haciendo un poco de portavoz de la gente con la que hablamos durante el Festival sólo apuntar unas pequeñas notas de cara a próximas ediciones. Para ir con niños pequeños, las colas se hicieron de buena mañana interminables y una vez dentro, el espacio se quedó algo pequeño entre carritos, cucos, papás y niños.
Otros puntos fueron el sol (a la una, en el SollarVillage, viendo las marionetas de Puppetmastaz el calor era insoportable) y los olores (en según qué zonas todavía había rastros del otro Sónar). Además, notamos a faltar una zona de cambiadores y de lactancia, un poco más íntima, pensando, sobre todo, en nuestros rockillos más babies.
Y ahora a esperar unos 365 días para el próximo Sónarkids. Muchos niños y no tan niños ya lo están deseando.